Abeja

Las antófilos son pequeños insectos que se encargan de polinizar las flores y recolectar el néctar que estas desprenden. Este término proviene del vocablo griego “anthophila”, cuya traducción es: “las que aman las flores”. Se trata de seres que no están dentro de las clasificaciones taxonómicas conocidas; a pesar de esto, se han hecho muchas investigaciones para dar con más especies de estas, conociéndose, en la actualidad, más de 20.000 de ellas. Las más conocidas son las abejas domésticas, las cuales han de habitar casi todos los lugares del planeta, exceptuando la Antártida. Están tan presentes, que se cree que la mayor parte de la comida ingerida por lo seres humanos son polinizados por insectos de este tipo.

La abeja presenta distintas características en dependencia a la especie a la cual pertenezca, sin embargo, normalmente presenta rasgos como alas delgadas y resistentes, un pequeño aguijón, cuerpo envuelto en pequeños vellos y una carga electrostática, la cual sirve para que se pueda adherir el polen. El tipo de flores que visiten varía con el tiempo, pues, hay algunos antófilos que prefieren permanecer mucho tiempo con cierta flor, mientras que otros desean cambiarlas mucho más rápido. La abeja doméstica, la más común, se asienta con una colonia, que está liderada por la reina, una peculiaridad que no todas las abejas tienen, ya que algunas trabajan de forma individual.
Millones de años atrás, cuando la evolución de estos seres aún no había progresado mucho, los insectos polinizadores eran las moscas y los escarabajos. Aun así, las entonces avispas, dejaron de ser depredadoras de otros insectos para convertirse en los mejores polinizadores, por convertirse esta en su función principal. El fósil de abeja más antiguo data de hace 100 millones de años y fue descubierto en Birmania; tiempo después se le asignó el nombre de “Melittosphex burmensis”. El producto comercial más conocido, que incluye el trabajo de las abejas, es la miel.