Ansiolíticos

Los Ansiolíticos son fármacos psicotrópicos que tienen como objetivo reducir la frecuencia cardíaca y respiratoria al tiempo que reducen la sensación de tensión, nervios y también se conocen como neurolépticos, del griego neuro (nervio) + lepto (bind).

Los antipsicóticos fueron descubiertos accidentalmente, ya que Henri Laborit buscando la cura para el shock circulatorio, descubrió que este medicamento producía somnolencia y una menor respuesta a los estímulos externos sin causar pérdida de conciencia. Luego en 1952 Jean Delay y Pierre Deniker se les ocurrió probar en pacientes psiquiátricos todos los efectos, confirmando sus maravillosos resultados.
Los efectos terapéuticos antipsicóticos generalmente comienzan aparecer de los 7-10 días, pero el efecto completo puede no manifestarse hasta después de las primeras 4 a 6 semanas; de lo contrario, la dosis debe modificarse o el medicamento debe cambiarse, los efectos clínicos serán más simples (sedación, etc.) aparecer dentro de los primeros 30-60 minutos después de la administración.
Los ansiolíticos actúan potenciando la acción del neurotransmisor GABA, que es el inhibidor neuronal más importante en el sistema nervioso central. Esto le permite a la persona o paciente tener una sensación de relación muscular y tranquila.
Los ansiolíticos siempre deben tomarse bajo estricta supervisión médica y en tratamientos breves. El cuerpo necesita hasta 3 semanas para superar su adicción a estas sustancias.
Un efecto similar a los ansiolíticos es que la medicina alternativa natural, como la valeriana, la manzanilla, el agua de azahar o la leche caliente, son ansiolíticos naturales de probada eficacia.
Uno de los principales problemas de tomar ansiolíticos es la dependencia que pueden generar. Si se suspenden repentinamente, pueden causar síndrome de abstinencia, con síntomas como dolores de cabeza o nerviosismo. Por lo tanto, el médico no los prescribe a la ligera y es esencial que siga las recomendaciones al pie de la letra y que no los tome más tiempo de lo recomendado.
Ocasionalmente, debido a la falta de tiempo y recursos, el médico los prescribe sin considerar otras opciones con menos efectos secundarios. Un estudio médico, que vincula un mayor consumo de ansiolíticos con la precariedad laboral, es un buen ejemplo de esta tendencia hacia la medicalización de la vida cotidiana.