Antiinflamatorio

Son medicamentos que se usan para prevenir o reducir una gran inflamación de los tejidos o alguna parte del cuerpo. Estos medicamentos normalmente sirven para tratar traumatismos, dolores, síntomas de gripe y hasta fiebres altas. Los medicamentos antiinflamatorios pueden tener efectos secundarios, especialmente gastrointestinales. Los dos antiinflamatorios más conocidos son la aspirina y el ibuprofeno.

Existe una gran variedad de antiinflamatorios que tienen como objetivo evitar los efectos secundarios de la inflamación. Por el momento, todavía estamos buscando el antiinflamatorio «ideal». El antiinflamatorio 100% seguro aún no se ha logrado.
Los antiinflamatorios pueden usarse con precaución en personas que han tenido úlceras gastrointestinales o que están en riesgo de sufrir un tipo de enfermedad similar.

Entre los tipos están:

  • Aparatos antiinflamatorios no esteroideos o AINE.
  • Esteroides antiinflamatorios.

El médico es quien debe indicar qué tipo de antiinflamatorio es apropiado de acuerdo con el tipo de trastorno. No se debe seguir ningún tratamiento con antiinflamatorios sin supervisión médica.
Básicamente se puede decir que un procedimiento antiinflamatorio no es más que una medida físicas, fisioterapeuta y tópica para atender un trauma ya sea de manera primaria o inmediata, están dirigidas a contrarrestar de forma conservadora la respuesta del cuerpo a una lesión. Mediante geles calientes o tibios, masajes y aplicación de hielo en las extremidades afectadas, puede ayudar a moderar los dolores por inflamación.
En caso de traumas o inflamaciones no traumáticas una etapa subaguda o tardía, Es necesario el uso de estímulos eléctricos, ultrasonidos y vendajes compresivos, así como la aplicación de termoterapia en forma de calor local utilizando compresas calientes. Se puede usar una bolsa de agua caliente y un medicamento tópico, una almohada o manta eléctrica o termoeléctrica simulan la circulación y elimina los agentes inflamatorios del cuerpo.
Cabe señalar que una inflamación es la respuesta de un organismo vivo al daño tisular, causado por un agente extraño que puede ser físico o biológico. Es un proceso homeostático que involucra el Sistema Nervioso y el Sistema Inmune, destinado a destruir, diluir o aislar al agente agresor y está íntimamente relacionado con el proceso de coagulación y reparación, con el fin de corregir el daño causado.