Bautismo

El bautismo es considerado un sacramento en el seno de religiones y creencias como la católica, la Iglesia Ortodoxa, la Comunión Anglicana y el protestantismo clásico, en el que se incluyen el luteranismo, el presbiterianismo y el metodismo, entre otros.
Por otro lado, hay corrientes que estiman que el bautismo, más allá de ser uno de los sacramentos, es una Ordenanza de Cristo. Tal es el caso de las Iglesias de la Reforma Radical o anabaptistas y el cristianismo fundamentalista.
La palabra tiene su origen en el griego bá.pti.sma, que se relaciona con la acción de sumergirse y emerger y ese término se desprende a su vez del verbo bá.pto, cuyo significado es “sumergir”.
Solo elementos simbólicos que caracterizan al acto bautismal, el agua bendita, el cirio y el óleo, entre otros.
En sus comienzos, el bautismo era únicamente impartido a las personas adultas, sin embargo, desde el siglo IV después de Cristo, las aguas bautismales son colocadas también a los niños, usando como garantía y compromiso la creencia de sus progenitores.
Tienen la potestad de hacer cumplir este sacramento los ministros ordenados, es decir, los obispos, presbíteros o diáconos y, en caso de ausencia de todos ellos, cualquier creyente bautizado puede impartirlo.
No obstante, hay situaciones excepcionales que le permiten a toda persona, aunque no esté bautizada, realizar el bautismo de un semejante, para lo que es necesario que lo haga siguiendo los lineamientos y la intención con que lo hace la Iglesia.

Dentro de la religión católica, el bautismo consiste en colocar al individuo en contacto con el agua bendita, bien sea a través de la aspersión, la inmersión o la ablución.