Bufón

También denominado truhán, el bufón era aquel que debía valerse de palabras, acciones y bromas de diversa índole, con la finalidad de divertir a los reyes y otros miembros de la monarquía de diferentes latitudes.

Otra de las funciones importantes de los bufones, era recordarles a sus empleadores que también eran de carne y hueso y que, para efectos de la naturaleza, no eran diferentes al resto de las personas del mundo.
Para ellos elaboraban chistes que se basaban en la propia vida de los monarcas, a fin de hacerlos reírse de ellos mismos para que así mantuvieran los pies sobre la Tierra, haciéndoles ver que poseían defectos como cualquier ser humano.
Algunos investigadores han acordado afirmar que a estos personajes se les llamaba bufones, ya que sus presentaciones incluían un ruido semejante a un bufido o gruñido.
En su mayoría, los bufones eran personas con algunas características fisonómicas particulares y poco comunes. Por ejemplo, algunos eran enanos, otros jorobados y otros tenían atrofiadas alguna de sus extremidades.
Esas condiciones eran la causa de que los bufones se rieran más de sí mismos y sus propios defectos, que de sus bromas y morisquetas.
Es común pensar que los bufones sólo existieron entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna, no obstante, la realidad es que a lo largo de la historia ha habido individuos dedicados a entretener a la realeza con sus gestos y expresiones cómicas.
Es tanto así que entre los dirigentes de los imperios romano y griego ya contaban con sus respectivos bufones, a quienes se les permitía presentarse públicamente en los mismos espacios utilizados por los grandes filósofos de la época para exponer sus ideas.