Dadaísmo

El dadaísmo, también conocido como dadá, es un movimiento “antiartístico” surgido en la época posterior a la Primera Guerra Mundial. Su fundador fue el escritor Hugo Ball, quien organizaba matinés en el Cabaret Voltaire, en donde se podía apreciar la asistencia de muchos artistas importantes de aquellos años, cuya influencia en las diversas expresiones culturales aún se ven hoy en día. El integrante más destacado de aquel grupo era el rumano Tristan Tzara, quien se convirtió en una especie de emblema para aquella corriente.

Entre los años 1916 hasta 1922 se realizaron las reuniones que unía a todos los artistas dentro del dadaísmo; normalmente discutían sobre temas que nutrían y daban una identidad mucho más definida al movimiento que estaban creando. Las obras compuestas bajo este estilo se caracterizan por no albergar signos que puedan ser interpretados con cierta lógica, haciendo uso de elementos como la duda, la muerte y la fantasía; con esto se buscaba dar un aire de rebeldía, que representará el dolor provocado por las guerras y la inconformidad ante las reglas que regían el arte y el vivir convencional.
Lo que rechaza el dadaísmo, por convención, es el orden, la belleza, la lógica y el pensamiento inmóvil, cuestionando el arte en todas sus formas e, incluso, la propia existencia del movimiento mismo. Así, defiende todo lo que se relacione con el caos, la espontaneidad, lo aleatorio y la contradicción, es decir, propugna el pensamiento libre, puro de las convenciones sociales. Los artistas que dentro del dadá se encontraban, se preocupaban de manera considerable por el impacto que sus creaciones tendrían en el público, ya que el fin de esto era hacer que el espectador reconsiderara las costumbres y tradiciones que practicaba en su vida diaria.
Varios de estos elementos pasaron a ser parte importante del movimiento surrealista, que nació bajo la influencia del dadá. En la época actual, llena de mezclas, se tiene una gran influencia con respecto a las técnicas utilizadas por los artistas del dadaísmo y su empleo de elementos que, según las definiciones tradicionales del arte, no podrían ser considerados una obra con sentido artístico. Los collages elaborados con materiales de desecho por el escritor Kurt Schwitters, se convirtieron en piezas con mucho valor para el dadá, ya que revelaba cierta contradicción a la belleza de lo limpio.