Deshonra

La deshonra se basa generalmente de acciones que pueden dañar el honor de una persona, es decir, hay acciones que van en contra de la dignidad personal. El deshonor muestra precisamente el efecto negativo que se ha ejercido sobre la estima de una persona de un determinado evento que ha dañado su imagen. El deshonor también está muy vinculado a las convenciones sociales que dan lugar a reglas específicas.

La desgracia ocurre cuando una persona ha ido en contra de su obligación de cumplir con el sentido del deber al no hacer lo que debería haber hecho. Otro tipo de deshonor es cuando un individuo carece de respeto o se viola su integridad. Un deshonor refleja el incumplimiento del deber que ayuda a los seres humanos a perfeccionarse en la rectitud moral.
Es importante tener en cuenta que el honor y el deshonor son subjetivos. Un hombre puede sentirse deshonrado si su esposa aparece en público con poca ropa; por otro lado, en la misma situación, eso no le afecta, ya que él considera que es una elección libre de la mujer. Por lo tanto, sufrir deshonor o no, a veces está relacionado con cuestiones personales o incluso culturales.
El honor es muy apropiado en aquellas sociedades en las que la imagen y el miedo de lo que dicen pueden crear una influencia negativa en la felicidad. El sentido del honor tenía un gran peso en la Edad Media. En este contexto, el deshonor también muestra el miedo al dedo acusador de la sociedad que puede señalar con el dedo las acciones de alguien que actúa en contra de lo establecido. Esta actitud crítica de parte de otros podría llevar al aislamiento social y al rechazo.
El deshonor es algo muy temido por las personas, y en la antigüedad fue severamente castigado. En Roma, por ejemplo, la culpa de la infamia consistía en un castigo impuesto a los ciudadanos por los censores de aquellos que habían cometido actos deshonrosos, ya sea contra la moral o la costumbre, o crímenes que les impedían presenciar o votar entre cosas en las elecciones.