Difteria

Es una infección bacteriana extremadamente contagiosa que afecta principalmente la nariz y la garganta. Ataca sobre todo a los niños menores de cinco años y a adultos mayores de 60 años. Las personas que viven en condiciones insanas, que padecen malnutrición y los niños y adultos que no tienen al día el calendario de vacunaciones también se encuentran riesgo de presentar difteria, en el transcurso de tiempo.

Esta enfermedad infecciosa provoca, entre otros síntomas, ardor en la garganta al pasar la comida, dificultad al respirar y/o estados de choque inminente (piel fría, inquietud, fiebre, exudado mucoso grisáceo). Puede ser mortal.
Existen dos cuadros clásicos de difteria. En la nariz y garganta, y el otro es en la piel. Los síntomas principales son el dolor de garganta, un aumento leve de la temperatura corporal y ganglios linfáticos (nódulos linfáticos) inflamados en el cuello. Además, se puede formar una membrana en la garganta. Las lesiones de la piel pueden ser dolorosas, de aspecto hinchado y enrojecido. Sucesivamente, una persona que presenta esta enfermedad puede hasta no presentar ningún síntoma o malestar.
También se reconocen con menor frecuencia cuadros iniciales de infección cutánea, vaginal, de conjuntivas oculares u oídos.
Por lo general algunos síntomas suelen aparecer entre los 3 o 9 días. Si no aparecen antes o después, se debe acudir a un hospital entre 24 a 48 horas después del contagio.
La difteria es muy poco frecuente en EE.UU. y en Europa, donde las autoridades sanitarias llevan décadas vacunando sistemáticamente a los niños contra esta enfermedad. Sin embargo, sigue siendo frecuente en los países en vías de desarrollo, donde las vacunas no se administran de forma sistemática. En 1993 y 1994 hubo una grave epidemia de difteria en países de la antigua Unión Soviética, con más de 50.000 casos documentados.