Escuela Estructuralista

No es un secreto que, para el estudio de los sistemas económicos imperantes, se utilizan diversas herramientas o, igualmente, perspectivas. Como ocurre con la economía ortodoxa y la heterodoxa, bien se puede tomar el aspecto racional y volverlo la característica principal del modelo económico o enfocarse en el aspecto humano de este. Así, se puede contextualizar lo que es la escuela estructuralista, una corriente de pensamiento, dentro de la economía, cuyo principal objetivo es ubicar los problemas de una empresa y el origen de ellos, haciendo uso de las bases teóricas impuestas en la sociología y la psicología.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la ONU (organización de las Naciones Unidas), tomó en sus manos ciertos asuntos relacionados con la mejora social y económica a nivel mundial, como la preservación de la paz universal y la reconstrucción de las naciones afectadas por los conflictos bélicos. Esta organización se encargó, así mismo, de crear una institución, vinculada a ella, que se encargara del desarrollo económico de las américas, con especial atención al caribe y la zona latina. El objetivo de esta es llevar a cabo investigaciones, en empresas o compañías, para identificar así los problemas claves, con respecto al funcionamiento del personal, y darles una solución.
La anterior institución puede ser mencionada como un antecedente de la escuela estructuralista, la que se vio acentuada en la década de los 50. Los investigadores tomaban como referencia, a menudo, los textos de Max Weber, en los que hablaba sobre la autoridad y la burocracia, pero incorporando el elemento humano y su importancia. Intentaron establecer una serie de relaciones, en las que se observa, por ejemplo, si el capital humano satisface a la empresa y si la última satisface a sus empleados. En una última instancia, la escuela estructuralista, optaría por reformar, precisamente, estructura en la que se establece el organismo.