Fisiognomía

Las pseudociencias son las prácticas o afirmaciones, que se tienen como enteramente científicas, aunque realmente no se aplique método científico alguno. Generalmente, estas nacieron en épocas muy lejanas (cuando aún se practicaba la alquimia), y en pleno apogeo, significaron fuente de importantes conocimientos sobre cosas naturales. Fue a partir de ellas que nació la ciencia tal y como la conocemos hoy en día; sin embargo, con la llegada de estas, se inició con la desacreditación de las ciencias antiguas, pasando a ser, precisamente, pseudociencias. De entre estas creencias, se encuentran aquellas que sirvieron de herramientas para descifrar el comportamiento y el futuro de una persona, con sólo observar sus características físicas.

Es bajo esta consigna que nace la fisiognomía, una pseudociencia que se jacta de poder conocer, con lujo de detalles, el carácter de una persona e, incluso, las situaciones futuras, con sólo analizar los rasgos faciales. Es con este término que se dio origen a la palabra “fisionomía”. Generalmente, se divide en dos categorías la fisiognomía, según el nivel de correlación existente entre la apariencia física y el desarrollo del carácter de la persona; de esta manera se puede distinguir tanto la fisiognomía que atribuye 100% de correlación y la segunda, que propone sólo un nivel relativo de correlación, enmarcado en las causas genéticas del asunto.
Además de esto, también es posible identificar una fisiognomía “antigua” (mencionada en obras de Homero, y frecuentemente utilizada por los adivinos de Mesopotamia), una “moderna” (representada en pinturas de Charles Le Brun) y una “contemporánea” (absorbida, en toda su extensión, por la caracterología).