La fotografía no es más que la impresión de una imagen en un papel cuyas características especiales permiten que, por efecto de la luz, se impregnen en él los elementos captados a través de una herramienta conocida como cámara fotográfica.
El proceso se desarrolla de la siguiente manera: la cámara fotográfica –dotada de un lente, un objetivo y un obturador, entre otros elementos- permite la entrada de una programada porción de luz hacia el interior del dispositivo provisto de un papel fotosensible que captura los objetos que componen el campo visual de la cámara; de esa manera se origina lo que se conoce como el negativo.
Posteriormente, el negativo es trasladado hasta un cuarto oscuro en el que la imagen se proyecta hacia el papel sensible a la luz, el cual se mantiene sumergido en un químico especial mientras dura esta fase y así se obtiene la fotografía tradicional.
En sus inicios, la fotografía se lograba por medio del uso de grandes habitaciones desprovistas de luz, las que cumplían las funciones que actualmente ejercen las cámaras fotográficas.
Con el paso de los años, tanto las fotografías como los equipos que son utilizados en su producción han evolucionado y el método tradicional de captura y revelado ha quedado relegado ante la aparición de las cámaras digitales, las cuales tienen mayor capacidad de almacenaje que los antiguos negativos y con ellas se obtienen resultados fotográficos de más calidad.
Fieles al principio de que una imagen dice más que mil palabras, las fotografías también han jugado un papel preponderante en la ilustración de noticias, cuyo impacto sería menor si no contaran con este importante complemento.