Impuesto

En su sentido más común, se define como impuesto a las cargas tributarias que los ciudadanos, que habitan en una región o país, deben cancelarle al gobierno que los rige, con el fin de que este último disponga de los recursos necesarios para invertir en diferentes áreas que redundarán en bienestar común.
En ese sentido, los impuestos son utilizados para sufragar los gastos del Estado y siguiendo una lista preestablecida de necesidades prioritarias, también se usan en las inversiones propias de las obras públicas y los programas sociales que favorecen a las comunidades más desposeídas.
En consecuencia, se deduce que la primera finalidad de un impuesto o tributo es permitirle al Estado contar con los recursos que aseguren su funcionamiento y, además, haga posible inyectar capital en sectores vitales para el desarrollo de la comunidad que representa.

Se debe resaltar que la normativa básica de los impuestos es la capacidad contributiva de cada ciudadano, es decir, cada uno de ellos se calcula con base en los niveles de ingreso que posea el contribuyente, siguiendo los preceptos constitucionales de igualdad, justicia y solidaridad para con la sociedad.
En ese orden de ideas, las personas que, gracias a las actividades económicas en las que se desenvuelven, perciben grandes ingresos deberán cancelar mayor cantidad de impuestos que aquellas que dependan únicamente de un sueldo básico.
En la mayoría de las naciones los impuestos se clasifican en dos tipos: el directo y el indirecto. El directo es aquel que se calcula con base en la capacidad adquisitiva de un individuo, como en el caso del patrimonio o la renta, mientras que el indirecto es el que se cobra con fundamento en el gasto y el consumo de cada ciudadano.