Ingenuidad

La ingenuidad corresponde a la cualidad ingenua, palabra derivada etimológicamente del latín «ingennus», palabra compuesta, que está integrada por el prefijo «in» con el significado de «dentro» y por «género«, linaje. En la antigua Roma, donde existía la institución de la esclavitud, los hombres libres eran los únicos seres humanos considerados personas o sujetos de derecho. Sin embargo, entre estos se diferencian aquellos que nacieron libres y nunca perdieron esa condición, a quienes se les llamó ingenuos; de los libertos, que alguna vez habían sido esclavos y pudieron escapar de esa situación por la ley o porque el maestro les concedió la manumisión.

Es decir, el individuo ingenuo no tiene ningún mal y generalmente acepta sin quejas, incluso las situaciones más incómodas, grotescas e increíbles, que en cualquier otra persona pueden desencadenar una venganza, ira o incluso un grito.
Por otro lado, el ingenuo no dispone de astucia, en la que hay cierto grado de malicia, y que le permite a uno descubrir un engaño, cuando alguien nos miente, o anticiparse de un hecho a otro, por ejemplo, para poseer un bien preciado por muchos.
Cabe señalar que en los ingenuos también hay una parte importante de la falta de experiencia en todos los sentidos, que afecta precisamente a esa inocencia que lo caracterizará, ya que básicamente cualquier persona que no conoce ninguna pregunta no tendrá los conocimientos ni las herramientas para lidiar con eso suelto.
Una persona ingenua fácilmente creerá en cualquier historia tan improbable como resulte.
Por cierto, es que la persona con esta tendencia es muy fácil de engañar; Todo lo que se le dice tenderá a creer, sin duda, y también confiar en quien lo diga, porque no aprecia el mal en el otro.
Cuando alguien es ingenuo se destaca especialmente por no presentar ningún tipo de maldad en su comportamiento y accionar; una persona inocente no sabe lo que es hacer daño u ofender a alguien.
En la literatura, el ingenuo es un personaje típico, muy característico de las historias infantiles, como la Blanca Nieves ingenua, engañada por la temible bruja. En general, el ingenuo está representado por una dulce damisela, seducida por libertinos sin alma.