Es el acto en el que se procede a iniciar una acción o situación que requiere de esfuerzo y dedicación, además de tiempo. Se considera como una cualidad el tener “iniciativa” y entusiasmo en los caso de actividades que la requieren, como lo podría ser trazarse una meta y, aunque parezca algo difícil de emprender, se logra y se llega a tener constancia en ello siendo, básicamente, una actitud. Existen trabajos en los que se requiere de personas que tengan las agallas para iniciar una misión, además de querer obtener o resolver algo con ello, respondiendo con cotidianidad a los diversos entornos en los que se presenten. Sin embargo, algunos creen que “los entusiastas de la iniciativa”, son un poco sofocantes e inquietos.
Sin embargo, también existe la iniciativa grupal, contexto en el que un conjunto de personas se encarga de llevar a cabo un proyecto, dándose apoyo constante entre ellos mismo. Esto puede ser observado en las protestas o enfrentamientos públicos, los cuales tienen que ser promovidos por individuos prominentes dentro de cierta comunidad, el cual quiere lograr algo incitando a los sujetos incorporados a que cometan las acciones que ellos desean.
Mientras la segunda mitad del siglo XX seguía su curso, muchas revoluciones ocurrieron, mayormente en los años 60 y 70, cuyos propósitos eran promover la aceptación de todas las personas, sin importar las características que estas posean; un caso similar se encontró en el principio del mismo siglo, cuando las mujeres decidieron manifestarse en contra de la visión de inferiores que se tenía sobre ellas, además del derecho al voto y al trabajo que merecían.