Introyección

La introyección, también conocido como internalización o identificación, es un proceso en el que individuo adopta conducta y rasgos propios de otras personas. Se trata de un mecanismo de defensa psicológico o amortiguador, utilizado para adaptarse, socialmente, de una forma mucho más sencilla. Este es el resultado de la fuerte influencia que ejercen las costumbres del mundo externo en la conformación de la personalidad. La acogida de patrones emociones y de conducta inicia en la más temprana infancia, y se extrae del entorno familiar; en años posteriores, se incluyen las experiencias obtenidas con los grupos sociales en los que se convivieron.

La introyección se da forma completamente inconsciente: simplemente se toman las actitudes que son nos presentan, sin importar si estas son de naturaleza positiva o negativa. En otras palabras, no son asimiladas o digeridas. Por lo general, esto puede ayudar a tomar conciencia sobre las características en común que presentan los sujetos de la sociedad, ayudando a, de cierta forma, incorporarla para encajar en el ambiente deseado. Estas, en ciertos casos, pueden ser invasivas, haciendo difusa la línea entre el yo y el exterior, obstaculizando la capacidad del individuo de expresar su verdadero ser. Esto se resume a no profesar un “yo pienso”, sino un “ellos piensan”.
De igual forma, la introyección es un mecanismo de defensa utilizado en momentos de ansiedad extrema. Cuando un objeto o persona amenaza la integridad física, el individuo, para aliviar el estrés y la tensión producidas por la situación, internaliza o proyecta la imagen de un ser u objeto querido. Este es considerado como un mecanismo de gran inmadurez mental.