Aunque todo el mundo entiende qué es la música, pocos están capacitados para asociar las palabras necesarias para conceptualizar este término de significado tan complejo como interpretaciones se desprenden de la subjetividad de cada persona.
Pero por algún lado hay que comenzar, así que lo lógico es partir del origen etimológico de este vocablo, cuya raíz se encuentra en el latín musica, el cual a su vez proviene del griego mousike, el que se relaciona con el adiestramiento del alma por medio de las musas artísticas.
En plano general, la música es la manifestación del arte definida por el orden que se le da a ciertos sonidos y silencios para que se tornen armoniosos, es decir, el resultado de esa organización necesariamente debe ser coherente, racional y, sobre todo, atractivo a quien lo escucha.
Es importante resaltar que hay diferentes proposiciones que hacen posible la realización del mencionado ordenamiento de silencios y sonidos. En ese orden de ideas, se requiere que a la hora de hacer música intervengan recursos como la melodía, el ritmo y la armonía.
Ya sea en el campo profesional o aficionado, el músico enfoca su labor en el intento de producir algún estímulo en el oyente a quien está destinada su creación.
Visto de esa manera, las producciones musicales tienen la cualidad de promover las sensaciones del ser humano y está en capacidad de distraer, así como referir datos informativos o educar.
En el momento en que un cuerpo vibra origina un movimiento que altera la presión y se moviliza a través del aire, pudiendo ser alcanzado por el oído humano, en lo que se conoce como un sonido, principio básico de la creación musical, cuya característica principal es la organización de esas resonancias sonoras.