Natación

El vocablo latín natatĭo es el origen de la palabra natación, la cual, en términos generales precisa la acción y efecto de nadar.
También es aceptable la utilización de este término para hacer mención de la disciplina deportiva en la que sus participantes buscan desplazarse en el agua a una velocidad superior a la de sus contendores, a fin de llegar primero a la meta establecida.
Es de hacer notar que, desde que el hombre desarrolló sus capacidades intelectuales ha estado en la búsqueda de adecuarse al entorno hídrico, acción que está básicamente fundamentada en el hecho de que el 75 por ciento de la superficie terráquea está precisamente ocupada por agua.
En ese sentido, no pasó mucho tiempo para que la natación adquiriera diversos fines, primero como vía de supervivencia y movilización de un lugar a otro y, segundo, como una acción de carácter competitivo.
El hombre está nadando, al menos, desde la Edad de Piedra, tal como lo corroboran diferentes jeroglíficos que datan de ese periodo prehistórico, pero las contiendas formales basadas en esta actividad provienen de la segunda mitad del siglo XIX.
1896 fue el año en el que se incorporó la natación a los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, formando así parte de un conjunto selecto de deportes en los que compiten los atletas más destacados del mundo.
Cuatro categorías de nado han sido creadas para darle vida a natación con fines deportivos. Estas son: mariposa, pecho, espalda y crol, cada una con características propias y con diferentes niveles de esfuerzo para que los nadadores puedan ejecutarlas en el menor tiempo posible, recorriendo distancias que resultan de la sumatoria de las veces que recorran una piscina de un extremo a otro.