Negligencia

El término negligencia proviene del latín negligentĭa y está relacionado con la falta de cuidado o desdén en el cumplimiento de una responsabilidad previamente asignada o asumida por Motus propio.
Visto de ese modo, un comportamiento negligente es sinónimo de la aceptación de una situación riesgosa, que pudiese afectar al propio indiferente o a otras personas que tienen alguna conexión con el deber no cumplido.
Generalmente, esto ocurre como consecuencia directa de la falta de un cálculo acertado de las implicaciones prevenibles de la acción individual.
Para ejemplificar la situación, se puede plantear que un ciudadano que contesta una llamada telefónica al mismo tiempo que maneja un automóvil, está inmerso en un indiscutible acto de negligencia, pues sus sentidos no están directamente involucrados con la gran responsabilidad que implica estar detrás de un volante y, por ende, podría causar un suceso con consecuencias, no solo para sí mismo, si no para sus acompañantes y quienes se trasladan en otros vehículos.

Acciones de ese tipo están debidamente penalizadas por la justicia y la responsabilidad recae sobre aquel que omite la realización de una acción que pudiese evitar la concreción de situaciones que ponen en peligro el logro de un objetivo o la integridad de alguien, por decirlo de alguna manera.
Lo mismo ocurre en los casos de aquellas personas que encienden fogatas en áreas que no se prestan para ese fin, ocasión en la que la crítica no se basa en el propósito, quizás ingenuo, de beneficiarse con el fuego, si no por la acción que pudiese generar, si no hay un tratamiento apropiado de la situación, la incineración de una zona arborizada de forma natural, acabando también con el ecosistema de muchos seres vivos.