Neopaganismo

Anterior al cristianismo, existían una serie de prácticas consideradas “paganas”, que se caracterizaban por ser politeístas. Con la radicación de, por ejemplo la religión católica, en gran parte de Europa, se empezó a considerar pagana a cualquier creencia que no estuviera dentro de las establecidas o dejadas por Dios en los libros sagrados. Por esta razón, sus creyentes disminuyeron y la iglesia acumuló una gran cantidad de feligreses. Sin embargo, al finalizar esta época, se generó el Neopaganismo, un conjunto de afirmaciones que toma las principales ideas del paganismo, pero interpretadas de otra manera y con otros elementos.

En la actualidad, tiene alrededor de 1 millón de seguidores a nivel mundial, siendo Estados Unidos el país con más de ellos. Algunos ocultistas proponen organizar el neopaganismo en cuatro grandes grupos, según las principales doctrinas existentes, de entre los que destacan: la wicca, una práctica biteísta popularizada por el inglés Gerald Gardner a mitad del siglo XX, quien aseguraba haber sido iniciado en la religión por un grupo de brujas británicas, que le contaron habían vivido años bajo el anonimato, por miedo a la persecución de la Iglesia Católica; además, se encuentra la brujería tradicional, que barca un gran variedad de creencias y rituales, pero entre los que se pueden encontrar marcadas similitudes, como la adoración a los antepasados y la creencia en el animismo.
En sus doctrinas, el neopaganismo, propone el ciclo de la vida en forma circular, partiendo del nacimiento, pasando por el crecimiento y, finalmente, llegando a la muerte, que es vista sólo como la transición de una vida a otra. En torno a este elemento giran gran parte de las creencias, enfocándose en las acciones cometidas en cada vida por la que se pasa. Es importante resaltar que la ética neopaganista no condena, de ninguna forma, el sexo libre, la homosexualidad o el avance científico.