Pedofilia

La pedofilia viene del griego «páis» (niño o niña) y «philia» (amistad) y consiste en la excitación sexual de la persona casi exclusivamente, a través de actividades sexuales o fantasías con niños, generalmente entre 8 y 12 años. Para ser considerado un pedófilo, la persona debe tener al menos 16 años de edad y debe estar relacionado sexualmente con niños menores de 13 años.

Tanto desde el punto de vista moral como del el jurídico, existe un consenso generalizado respecto a la desaprobación de la pedofilia en el mundo occidental, ya que el niño está protegido por la legislación de varias maneras: en el uso de su imagen, en relación con el trabajo o, como es el caso que nos concierne, con respecto a las relaciones sexuales.
Las personas con inclinación hacia la pedófila, en muchos países del mundo son sometidos a múltiples tratamientos psicológicos con el fin de restaurar su conducta normal. Cabe mencionar que los pedofidos tambien son tratados y sometidos a extensos ciclos de rehabilitación.
Mediante una composición mental, institucional, educación sexual y violencia la psicología expresa que la pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad del individuo. La pedofilia se dividen en dos tipos: La primaria que se basa en una inclinacion sexual exclusiva para los infantes y la secundaria, que está motivada por factores circunstanciales, es decir, por ejemplo , después de la ocurrencia de una situación de estrés o soledad, surge la inclinación, aunque va acompañada de una atracción hacia los adultos, con el interés en los niños que surgen en momentos ocasionales.
Las personas con esta enfermedad psicológica pueden llegar a sentirse culpables, pero no pueden detenerse porque comienzan a necesitar adictivamente a otros niños cercanos a ellos. Poco se sabe sobre las causas, pero se dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, como las experiencias de abuso sexual durante la niñez.
Un gran porcentaje de estos agresores sexuales no aceptan ser abusadores, sin embargo bajo presión legal y algunas evidencias estos admiten su delito, declarando que:
«No fue algo serio, nada importante».
«No lo lastimé».
«Fue su culpa».
Cuando se descubren, generalmente dicen que lo sienten mucho, que nunca volverán a hacerlo, que sucedió porque estaban borrachos o drogados. Los delincuentes sexuales son muy convincentes, a tal punto que pueden hacernos dudar seriamente del niño. Pero recuerde que las niñas y los niños no mienten sobre un tema tan grave, ya que poco o nada sabían sobre el sexo y su lenguaje.