El término autoconocimiento hace referencia a la capacidad de realizar una introspección, es decir, analizar las conductas y las tendencias que se tiene a la hora de relacionarse con el mundo exterior. Aunque no es una palabra que haya sido incluida por la Real Academia Española en su imponente diccionario, ya está disponible en otros; además, es ampliamente utilizada en textos de psicología evolutiva. De igual forma, es usada, también, para hablar sobre la autoexploración que realizan las personas con respecto a su cuerpo, en especial cuando atraviesan la preadolescencia y la adolescencia.
Por ser el conocimiento sobre la propia personalidad y cuerpo, el autoconocimiento juega un papel importante en la conformación de la personalidad y de la autoestima. Es importante conocer los valores que se han adquirido a través de las experiencias sociales y familiares, con el fin de preservarlos (en caso de que sean positivos) y no sean fácilmente reemplazado por las proyecciones a las que es sometido un individuo al enfrentarse con su entorno. Además, conociendo las habilidades, virtudes y defectos que se tienen, es posible optar a un cambio, que aumente la autoestima y por tanto, el bienestar general.
El autoconocimiento, por lo general, debe enfocarse en puntos como: los deseos, los impulsos, los sueños, las pasiones, los miedos, las emociones, los sentimientos y los pensamientos. Existen diversos métodos de relajación que permiten al individuo centrarse en análisis profundos sobre sí mismo, en los que haya respuesta a los asuntos que le pueden aquejar día a día. Psicoterapeutas recomiendan que retiros en la naturaleza son la mejor opción para entablar una conversación con el yo.