Calendario

Proveniente del latín, la palabra Calendario representa una manera convencional y estrictamente humana de organización, que se realiza partiendo de la concepción del tiempo como elemento fundamental para estructurar ese orden prediseñado.
El tiempo es categorizado en diferentes unidades, con el fin de administrarlo y distribuirlo de manera equitativa a lo largo del calendario.
Esta invención del hombre le permite ubicarse en el tiempo y, por ende, lo ayuda a aprovecharlo de una forma más eficiente.
Los calendarios están integrados por días, los cuales se incluyen dentro de las semanas, que a su vez constituyen meses y éstos conforman los años.

Cada uno de los años está dividido en 12 meses, unidades temporales compuestas por 28, 30 o 31 días, identificadas con términos que se desprenden de algunos astros o de emperadores que impusieron sus propios nombres para darles permanencia en el historia, como lo hicieron Julio César y César Augusto.
Los días constan de 24 horas, que es el mismo tiempo que tarda la Tierra en girar sobre su propio eje, lo que se conoce como movimiento de Traslación.
Los albores de los calendarios son de vieja data y desde sus orígenes han cumplido con el objetivo del hombre de lograr organizarse en las diferentes facetas dentro de la sociedad en la que se desenvuelve.
En la actualidad, los calendarios o almanaques, como se les denomina en algunas culturas, son indispensables para alcanzar la administración de las responsabilidades que posee el ser humano y lo ubica con mayor eficiencia en el tiempo en que transcurre su vida, por lo que gracias a estos dispositivos un individuo puede, por ejemplo, conocer con exactitud su edad, basándose en el año en que nació.