Colonialismo

El colonialismo ocurrió principalmente a finales del siglo XIX a pesar de que las formas de este tipo de dominio han existido desde tiempos inmemoriales. La diferencia entre el colonialismo y la expansión territorial de una nación o país es que, en el primer caso, las tierras conquistadas no están necesariamente ajenas a la nación dominante, sino simplemente dominadas desde un punto de vista principalmente económico y político. Así, las colonias formadas y establecidas por los países europeos y los Estados Unidos a finales del siglo XIX en territorios como África, el Sudeste Asiático o América Latina no siempre se convirtieron en parte interna de los límites de esos países, pero mantuvieron el formato de » Territorios dependientes o dominados”.

Hay muchas y variadas causas que pueden responder a la expansión del colonialismo en ese período, aunque indudablemente la superpoblación sufrida por los países europeos a lo largo del siglo XIX fue una de las principales. Este problema planteaba una amenaza directa para el nivel de vida que muchos europeos tenían en ese momento, lo que provocaba altas tasas de desempleo y malestar general entre la clase trabajadora.
Como solución a este problema, la emigración fue una salida razonable. La clase obrera vio así una forma de mejorar sus precarias condiciones de vida, la burguesía tenía un nuevo terreno donde expandir sus industrias y los funcionarios podían elevarse rápidamente en la escalada de sus nuevos destinos.
Por otra parte, desde el punto de vista económico, el aumento de la productividad resultante de las mejoras realizadas durante la segunda revolución industrial ha incrementado la producción en términos absolutos, ya que la mayoría de los países industrializados tienen un superávit difícil debido a políticas comerciales de carácter proteccionista Prevaleciendo en el momento.
Una vez más, la solución se encontró en una expansión de horizontes, en este caso comercial. Las colonias se presentaron como el lugar perfecto para establecer nuevas relaciones económicas, favoreciendo el surgimiento de la división internacional del trabajo y, al mismo tiempo, resolviendo la balanza comercial de los países europeos.
Además, las colonias ofrecieron una gran oportunidad de negocio gracias a la posibilidad de invertir en plantaciones, minas y el desarrollo de rutas de comunicación que acabarían invirtiendo los beneficios para los inversores de la metrópoli.
Sin embargo, la causa que explica el deseo de someter a estos territorios por la metrópoli deriva directamente del nacionalismo y la existencia de una rivalidad latente entre las potencias europeas que serían ejemplificadas en una carrera para ver qué país logró conquistar y mantener el mayor imperio colonial.
El colonialismo y el imperialismo, aunque no son los mismos, tienen algunas similitudes. Ambos, por ejemplo, implican el control de un poder sobre territorios o naciones extranjeras o remotas, ya sea por la fuerza o por influencia política, económica o cultural.
Sin embargo, si bien el colonialismo ejerce su control de manera formal y directa, no siempre es así en el imperialismo, pero también puede confiar en otros métodos de control más informales e indirectos, pero igualmente eficaces. Además, si bien el colonialismo es un sistema político de dominación, el imperialismo es más una ideología. Así, el imperialismo abraza el colonialismo, pero el colonialismo es sólo una de varias formas que el imperialismo puede asumir.