Compost

El término compost etimológicamente hablando deriva del latín “compositus” cuyo significado es “poner junto”, haciendo referencia al grupo de sustancias que lo componen. Éste es un material que se fabrica mediante la utilización de varios productos de origen natural, como el estiércol, desechos orgánicos sólidos, lodo, desechos agrarios, entre otros, dichos elementos son sometidos a un proceso orgánico controlado para que dichos productos hagan efervescencia. El compost tiene una textura terrosa, no posee olor ni elementos perjudiciales, en todo el mundo es muy utilizado como abono para las plantas y en algunos casos se utiliza para sustituir a ciertos fertilizantes de origen inorgánico.

En el ámbito de la botánica es muy empleado ya que tiene propiedades para reparar el suelo, además es utilizado también como un elemento en la elaboración de paisajismos, otra de sus propiedades es evitar que el suelo sufra debido a la erosión.
El proceso para la elaboración del compost tiene una característica que resalta y es que dicho proceso debe ser realizado a altas temperaturas, provocada por un proceso en donde los materiales orgánicos son empleados como alimento para organismos de pequeño tamaño, al momento en el que las temperaturas se elevan pueden llegar a sobrepasar los 60° C. Para que el compostaje se realice de una forma normal es necesario que esté presente la humedad y el oxígeno suficiente para el proceso, esto se debe a que los microorganismos que se encargan de descomponer la materia orgánica requieren de dichas características.
El tiempo en que demora la elaboración del compost puede variar mucho, ya que va a depender en gran medida a la época del año y también a las diferentes características de los elementos utilizados, la calidad de la alimentación que reciban los microorganismos que se encargan de descomponer la materia orgánica, también pueden influir en la velocidad con la que se elabora el compost, es decir que si se utilizan productos de calidad y equilibrados el proceso de elaboración será mucho más corto.
Un alimento de calidad para los microorganismos es considerado aquel que tenga una proporción de 30 partículas de carbono por cada 1 de nitrógeno, lográndose el equilibrio perfecto al mezclar diferentes sustancias con cantidades distintas de Carbono e Hidrógeno.