Control Mental

El control mental, también llamado lavado de cerebro, manipulación o reforma del pensamiento, consiste en la aplicación de una serie de técnicas en un individuo, con el fin de modificar las ideas que se plantea a sí mismo en sus pensamientos. Los beneficios que traiga radica en el objetivo que se le fija desde el comienzo: si se aplica con vistas a controlar las emociones desencadenadas en ciertas circunstancias, puede ser benévolo; pero si sólo se quiere suprimir la personalidad de alguien y, en su lugar, implantar otra, la persuasión toma un giro perverso. Etimológicamente, control proviene del francés “contrôle” (inspeccionar, verificar), mientras que mental se origina a partir del vocablo latín “mentalis” (relacionado con el pensar).

Desde tiempos inmemoriales, el deseo, por parte de poderosos gobernantes, de que sus ciudadanos o súbditos pensasen de la misma forma con respecto a sus jefes. Para esto, se comenzó el uso de la represión. Si algún vasallo se revelaba en contra de su señor, este sería fuertemente castigado, para eliminar el “indeseable” comportamiento. Este método es ampliamente utilizado en los regímenes dictatoriales, en donde se busca esparcir una determinada ideología, mientras que las formas de pensamientos que difieran son, a toda costa, reprimidas, para que no puedan ser compartidas en el exterior.
La propaganda, de igual forma, juega un importante papel; esta, por ser una forma de “comunicación” que sólo muestra un fragmento del argumento (el mejor), fue creada con el simple objetivo de impartir cierta idea en una colectividad. Esto se logra mediante la confección de interesantes afiches, publicidades, entre otras cosas, que además contengan un símbolo reconfortante a las personas, que les produzca una sensación de seguridad. Las torturas, de igual forma, son una de las técnicas más utilizadas para implantar ciertas ideas, aunque estas sólo se mantienen cuando el opresor se encuentra presente.