Culebrilla

El herpes zoster, también llamado o comúnmente conocido como «culebrilla», es una erupción vesicular aguda muy dolorosa, limitada a la región de la piel inervada por un solo ganglio sensorial, producida por la activación endógena del virus varicela-zoster (VZV), que causa la varicela o «lechina«, que permaneció dormida después de un ataque previo de esta enfermedad eruptiva.

La culebrilla ocasiona el desarrollo de un herpes zosteris en el pasado (generalmente en la infancia) que sufrió varicela. El nombre popular «herpes zóster» se deriva de los síntomas típicos de esta enfermedad: hay una erupción en la piel en forma de ampollas del tamaño de una cabeza de alfiler en la piel enrojecida, que normalmente se extiende a través del cuerpo en forma de serpiente desde la columna vertebral y a lo largo del nervio infectado, simulando un cinturón y sin pasar la línea media del cuerpo.
El virus Varicela zoster puede sobrevivir en ciertas células nerviosas una vez que se ha superado la varicela. De reactivarse el virus, el portador no regresa para contraer varicela, sino herpes zóster (un fenómeno llamado infección secundaria).
Sin embargo, aunque raramente, el herpes zoster también puede afectar a niños, jóvenes y adultos con un sistema inmune saludable. Dependiendo de la población y sus características (edad promedio o población vacunada, por ejemplo), se estima que una de cada cuatro o cinco personas sufrirá a lo largo de sus vidas.
Es una erupción vesicular aguda muy dolorosa, producida por la activación endógena del mismo virus que causa la varicela o «lechina»; Suele aparecer en adultos y en pacientes inmunodeficientes, puede diseminarse y poner en peligro la vida.
Aun en nuestra sociedad y en algunas culturas indígenas se creen que el origen de la enfermedad es por causas esotéricas principalmente buscan la curación de chamanes y curanderos y brujos.
La infección por VVZ es universal; los casos de herpes zóster ocurren a lo largo del año, con una frecuencia de 5 por 1000 por año, tanto en los Estados Unidos como a nivel internacional y aunque es más frecuente en personas mayores, entre 60 y 80 años, también puede ocurrir a cualquier edad.