Dramatización

Una dramatización, como su nombre lo indica, es aquella situación en la que una persona o un grupo se dedica a representar un drama cualquiera, con una marcada tendencia a trabajar los detalles de forma amateur. Se puede definir, también, como la puesta en escena de un texto dramático. Generalmente, este se hace con fines educativos y, en algunas corrientes de la psicología, como un tratamiento para sanar experiencias traumáticas. Pueden realizarse siguiendo un guion, aunque algunos individuos optan por realizar una dramatización improvisada; cabe destacar, además, que tiene inevitables nexos con el teatro y la estructura del mismo.

Esta práctica tiene sus orígenes en la Antigua Grecia, en donde se utilizaban estas representaciones para enseñar a la colectividad sobre diferentes asuntos, además de entretenerlos. Esto, con el paso de los años, fue evolucionando hasta convertirse en el teatro, pero aún se conserva la lejana práctica de la actuación didáctica. Las dramatizaciones, en la actualidad, son útiles herramientas de educación. Son utilizadas en centros de enseñanza para informar a la juventud sobre temas de importancia social, política, moral y filosófica, así como el planteamiento de problemas y sucesos cotidianos, con el que pueden identificarse.
Como una terapia, la dramatización es empleada para que el individuo pueda mirar su mundo interior al terapeuta y este pueda tomar nota, desde su perspectiva profesional, sobre los asuntos que molestan al paciente. Esto es llevado a cabo de diversas formas; en algunas ocasiones, las personas se unen en grupos y relatan sus historias, para posteriormente dedicarse a representarlas. El acto de compartirla y revivirla, según profesionales, hace que el paciente se familiarice y, por lo tanto, pierda miedo sobre el asunto.