Elegancia

Se le llama elegancia al conjunto de rasgos y características que debe poseer una persona para que sea considerada como elegante. Siguiendo esa línea, se sabe que aquello que es elegante, consta de gracia, distinción, belleza, armonía y naturalidad. Así, tener elegancia es ser bello y tener sencillez. Por lo general, el concepto se relaciona con el mundo de la moda, refiriéndose, en especial, a las prendas que están confeccionadas de forma correcta y que pueden ser combinadas armónicamente; además, puede hablarse de la elegancia como el buen gusto a la hora del diseño y la decoración.

El concepto de la elegancia puede variar ligeramente de acuerdo con el ámbito sobre el que se esté trabajando. Sin embargo, dentro de la percepción de elegancia, siempre se encontrará que los colores de tonalidades suaves, claras o neutras, como el rosa pastel, el beige, el blanco, el negro y el azul cielo, son los predilectos, puesto que evocan esa sensación de sencillez tan perseguida por los que se consideran individuos elegantes. A estos se le suma la famosa expresión que reza: “menos es más”, al igual que la predominancia de patrones organizativos limpios.
En campos estrictamente científicos, como la filosofía de la ciencia, la elegancia, parsimonia o simplicidad, es un criterio metacientífico, utilizado para simplificar ciertas teorías, facilitando el análisis de las mismas. Esto se logra mediante la simplicidad sintáctica (el número y complejidad de hipótesis) y la simplicidad ontológica (el número y la complejidad de las cosas propuestas). En la mayoría de las ramas científicas, se tiene que la elegancia está presente en la constitución de las teorías o hipótesis presentadas, además de la sencillez de las fórmulas para probarla.