Esporas

En la biología, se llama esporas a los pequeños organismos, que pueden ser tanto unicelulares como pluricelulares, que se generan con el fin de dispersar y sobrevivir en condiciones adversas. Generalmente, se les clasifica como una célula haploide, es decir, que sólo tiene un juego de cromosomas o la mitad de ellos. Estas forman parte de los ciclos reproductivas de una cantidad importante de plantas y hongos, los cuales, mediante la mitosis y la meiosis, un proceso de división celular, son capaces de generar nuevos organismos, sin la necesidad de unirse con o fusionarse con otras células. La palabra tiene su origen en el término griego “σπορά” (sporá), que se puede traducir como «semilla».

Los esporangios, por su parte, son las estructuras biológicas dispuestas en las plantas y en los hongos, para que se encarguen de la producción y contención de las esporas. Estos pueden ser fácilmente hallados en las gimnospermas, angiospermas, helechos, briófitas, algas y, como ya se mencionó, los hongos. Entre ellos, es posibles distinguir entre dos grupos, siendo así: esporangios, conformados o al menos dos capas de células una vez que alcanzan la madurez y que pueden llegar a contener de entre quinientas a un millón de esporas; además, se pueden hallar los leptosporangios, que se caracterizan por tener sólo una capa de células una vez alcanzada la madurez, albergando no más de 64 esporas.
Se pueden clasificar las esporas según tres criterios: por su función, siendo así, diásporas, clamidosporas, zoosporas y conidiospora; por su origen durante el ciclo biológico, clasificándose en meiospora y mitospora; por la motilidad o su capacidad de moverse, en donde se les denominan zoospora, autoespora, balistosporas y estatismosporas.