La frivolidad es una actitud hacia la vida que se caracteriza por un pensamiento banal, frágil, carente de ideas, convicciones y sentimientos profundos. La constante búsqueda del placer, la comodidad, el consumismo, la obediencia a las opiniones de la moda y la belleza física son solo algunas de sus expresiones.
La frivolidad implica indiferencia o desinterés acerca de los grandes conflictos de la vida cotidiana, y una inclinación constante a mirarse a uno mismo en lugar de también mirar lo que sucede a su alrededor.
La persona que tiene frivolidad nunca se preocupó por lo que sucedió y ocurre social, política o históricamente en el lugar donde reside, por lo que, a pesar de todo, es una tendencia que históricamente ha sido considerada como negativa e incluso dañina, y usado con un sentido absolutamente peyorativo, para referirse a aquellas personas que no parecen preocuparse por cosas profundas.
La frivolidad está lejos de ser una virtud, más bien un mal hábito que está lejos de perfeccionar al ser humano y tiene serias consecuencias sociales. El valor de la vida humana, la libertad de pensamiento, la tolerancia, el sufrimiento de un ser humano y la muerte no pueden ser frívolos.
Por lo general, al frívolo poco le importan y mucho menos le interesa las cuestiones que atañen y promueven el bien común, todo lo contrario, es hiper individualista, al frívolo le interesan primordialmente las formas y no el contenido, es decir, todo lo relacionado con el aspecto físico, todo lo material, como ser el dinero, la ropa, y todo aquello que tenga por finalidad última su propia satisfacción de gustos materiales.
Según lo antes mencionado es que, ante una situación como una tragedia nacional, él frívolo seguirá estando distante e incluso ausente, continuando con actividades que satisfagan sus deseos y necesidades, y sin siquiera acercarse a proporcionar su ayuda a esa situación compleja y difícil, que por supuesto requeriría su compromiso y el de la mayoría de los ciudadanos para ser superados.
Cabe señalar que incluso ese individuo más consciente y comprometido con la realidad atacará en algún momento la frivolidad, porque básicamente es una característica humana.
Ahora, una cosa es comportarse durante minutos, horas, como alguien frívolo, a que esa característica sea la sobresaliente de la personalidad de alguien.
Una sociedad que elige el modelo de la frivolidad es una sociedad desinformada, manipulada, con dependencia social sin ser consciente de ello. Una realidad simplificada, carente de complejidades, solo movilizada por el materialismo en la incesante búsqueda del placer.