Hipster

El término Hipster, proveniente de la lengua inglesa, es empleado como el nombre de una subcultura actual, que se distingue por fomentar un estilo de vida alternativo e inconformista. Igualmente, bautiza a otra pequeña cultura urbana de entre los años 40 y 50 del siglo XX, que era conformada por un grupo de aficionados al Jazz y todo lo que relacionado con este. En nuestros días, se considera que los hípsteres han evolucionado, migrando del jazz al indie y convirtiéndose en seres de gran sensibilidad. La palabra fue acuñada por el cantante de jazz Harry Gibson, en un glosario que se incluía con su disco “Boogie Woogie In Blue”, publicado en el año 1944.

Los individuos que a esta subcultura pertenecen, suelen ser jóvenes de clase media-alta, con gusto por lo bohemio, la comida orgánica, lo alternativo y, mayormente, la música indie. Se interesan en trabajos que impongan un esfuerzo creativo más elevado de lo usual. Su estilo, bastante popular, propone el uso de barbas prominentes, pantalones ajustados, camisas con tonos inusuales y grandes gafas, piezas provenientes de tiendas de segunda mano. Dentro de su propio círculo social, se impone la obligación de conocer, a fondo, las posiciones políticas actuales y lo que estas acarrean para la población, además de estar conscientes de otras subculturas urbanas.
Desde el punto de vista social, los hipsters se han ganado el odio de muchas personas pertenecientes a modos de vidas distintos, pues, proclaman que estos se contradicen en su propio comportamiento; por ejemplo, uno de los principios de la vida hipster es huir a lo denominado consumismo, pero, contrario a lo que plantean, estos buscan, a toda costa, estar actualizados, en lo moderno. Esto, más allá de una simple contradicción, es causado por la promoción continua y exagerada de este estilo de vida, que gana adeptos día a día, sujetos que sólo quieren seguir la corriente de la moda. Asimismo, son conocidos por ser selectivos y despreciar las opiniones que dan personas fuera de su pequeño conjunto.
Los hombres y mujeres que no se sienten realmente identificados por este grupo social buscan, de alguna forma, adoptar la vida que es “cool”. Por ello, frecuentan lugares como bares pequeños, restaurantes agradables y tiendas de ropa que distan de pertenecer a las de segunda mano. Sumado a esto, un hecho conocido es que niegan pertenecer a esta cultura, por lo que se ven obligados a realizar actividades que no pertenezcan a las que un hipster real haría. Para aquellos que defienden sus creencias y su estilo, esto resulta un estigma, pues, se sienten etiquetados por la sociedad.