Incentivo

La palabra incentivo deriva del latín incentīvus y se refiere a todo aquello que motiva el anhelo o la realización de alguna cosa.
El incentivo puede estar vinculado a un objeto o hecho real, como la paga por un servicio determinado, o a un gesto simbólico, como las ganas que se pueden tener de recibir u ofrecer un agrado.
En términos económicos, el incentivo está representado por la motivación que se destina a un ciudadano u organización, con la intención de que éstos impulsen el crecimiento de la productividad y el mejoramiento del rendimiento, hasta alcanzar los objetivos trazados.
Cada una de las acciones del desenvolvimiento humano, o por lo menos en la mayoría de los casos, están orientadas por incentivos que pueden producirse, inclusive, de manera inconsciente, es decir, todo lo que realiza el ser humano tiene una finalidad determinada y ese objetivo, por cualquier vía, le producirá una satisfacción y es precisamente esa sensación la que estimula sus ganas de hacer.
Los incentivos no solo se refieren a la obtención de un bien material, a cambio de la eficiencia en la consecución de una meta establecida, si no que también puede tratarse de una palabra de reconocimiento al deber cumplido, lo que, a todas luces, también constituye un premio o compensación.
Hombres y mujeres siempre dispondrán de incentivos a lo largo de su existencia, por ejemplo, los estudiantes se esmeran en conseguir buenas notas por dos razones fundamentales: la primera es que está en el deber de hacerlo y la segunda es porque está al tanto de que una calificación sobresaliente le generará una recompensa, como suele ocurrir en todos los casos de la cotidianidad humana.