Milagro

Como milagros se conocen los acontecimientos cuyo origen encuentra explicación, fundamentalmente, en el hecho divino.
Siguiendo lo anteriormente expuesto, cabe mencionar lo asentado en el Diccionario de la Real Academia Española, la cual refiere que un milagro es un “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a la intervención sobrenatural de origen divino”.
El origen etimológico de la palabra Milagro se encuentra en el latín Miraculum, cuya fiel traducción es “mirar”. Los latinos denominaban precisamente Miraculum a todo elemento que no podían descifrar, como ocurría con los eclipses, las tempestades o las estaciones del año. Siendo entonces que el término Miraculum se desprende de de Mirari, cuyo significado es “contemplar con asombro o admiración”.
Es necesario mencionar que, desde la perspectiva cristiana, los milagros son sucesos sobrenaturales a través de los cuales Dios expresa su amor hacia sus hijos.
Visto de ese modo, los cristianos consideran que todo hecho que no encuentra explicación en el campo científico bien podría ser considerado un milagro.

Sin embargo, los hechos milagrosos tienen sus detractores en el mundo de la ciencia. Por ejemplo, el filósofo Karl Popper señaló que los milagros, vistos como el producto de la intervención en el universo de un ser supremo, no pueden ser sometidos al análisis humano por medio del método científico y, por lo tanto, es imposible determinar con fundamento si se está en presencia de una mentira.
Según Popper, el problema no está en aceptar o negar la existencia de los milagros, sino en el hecho de que muchos de aquellos que defienden que sí ocurren, por lo general no realizan un estudio bien estructurado antes de llegar a la conclusión de que determinado asunto no posee explicación y por eso puede catalogarse como un milagro.