En las artes, en especial la literaria, el naturalismo es un movimiento que surge a finales del siglo XIX, como consecuencia del realismo. En este, se busca representar la sencillez de la vida cotidiana, pero prescindiendo de todo juicio moral sobre las acciones recreadas, a menudo se muestra a favor de los instintos más bajos y básicos de los seres humanos, resaltando la creencia de que el hombre es dominado por sus pasiones y su entorno social. Dentro del campo filosófico, el naturalismo parte del argumento que dicta la naturaleza “es todo lo que existe; con el análisis de sus fuerzas y acciones, se puede llegar a entender el entorno físico”.
El naturalismo, como movimiento artístico, se encontraba, en sus inicios, influenciado por el Evolucionismo, de Charles Darwin, en donde se explica cómo el hombre evolucionó a través del tiempo, el Darwinismo social de Herbert Spencer, quien en niega la existencia de Dios y, por tanto, la de la espiritualidad, y el estudio materialista de la historia diseñado por Carl Marx y Friedrich Engels. De esta manera, se busca explicar que el ser humano está influenciado fuertemente por tres factores: la herencia genética, los “males sociales” (prostitución, alcoholismo, pobreza) y el entorno social y económico; por ello, se dice que el naturalismo nace de una conjunción del positivismo, el realismo y la doctrina filosófica del determinismo.
El naturalismo filosófico, por su parte, mantiene que, a través de la naturaleza y su estudio, se pueden llegar a comprender todos los procesos relacionados con la mente y la consciencia, además de todos aquellos fenómenos “sobrenaturales”. Sus seguidores, cabe destacar, buscan basarse en hechos estrictamente científicos, lo que denota los lazos entre la ciencia y el movimiento; además, a diferencia del naturalismo artístico, rechaza todo tipo de mecanicismo, como el propuesto por Marx en su materialismo dialéctico.