Orfismo

El orfismo es conocido como un movimiento religioso de la antigua Grecia, cuyo fundamento se atribuye a Orfeo (poeta mítico y músico tracio) y cuyos orígenes se encuentran generalmente en el siglo VI antes de nuestra era. Según el orfismo, la naturaleza humana contendría una dimensión negativa (el cuerpo) y una positiva (el alma, de naturaleza divina, inmortal).

Mediante rituales de ascetismo y purificación, con los que se propone renovar el culto dionisíaco, se puede eliminar la parte negativa, liberando así la parte positiva, divina, el alma inmortal, que alcanzaría su salvación definitiva, sin mezclarse de nuevo con lo negativo.
Entre las creencias religiosas del Orfismo, está la distinción entre cuerpo y alma, la primera impura, de la que la muerte se liberó; y el segundo, divino, preexistente y eterno, que recibió compensaciones o castigos, en el más allá, y atravesó varias transmigraciones, hasta que logró purificarse y así divinizarse. Para evitar las reencarnaciones y preservar el alma pura, se aconsejaron las prácticas ascéticas.
La teología órfica tiene una parte que explica el surgimiento de los dioses y el hombre de una manera muy similar a la mitología griega tradicional, sin embargo, la parte que tuvo la mayor influencia se refiere a su doctrina del alma, que es totalmente nueva en el mundo griego. Presenta la idea del alma como algo inmortal, diferente y opuesto al cuerpo, con el que siempre está en lucha; e introduce la conciencia del pecado. Todo esto forma una visión pesimista del mundo claramente contraria a la vitalidad griega.
La importancia histórica del orfismo radica en el hecho de que influyó en Pitágoras, a través de él, en Platón, y por medio de él, en el cristianismo.
Los órficos (orphikoi) eran un grupo que unía las creencias del culto del dios Apolo con otras relacionadas con la reencarnación.  Se creía que teniendo un estado puro el alma se podría mantener. Por tal razón, Dionisio fue usado como figura central de sus creencias  y elemento purificador.
La pureza sexual como cualidad de Orfeo y su capacidad de profetizar los sucesos luego de la muerte, así como sus habilidades musicales, aportó  una segunda figura central para el anclaje de las creencias órficas.
Estas creencias se obtuvieron a partir de narraciones sagradas (iepoi lógoi) que generalmente datan del siglo III aC. También se sabe que Platón estaba vinculado a oráculos y revelaciones órficas. Por otro lado, Aristóteles conocía y manejaba las denominadas Narraciones Órficas.