Perorata

Se le llama perorata a aquél discurso o razonamiento que, además de ser realizado en un momento poco oportuno, se caracteriza por ser muy pesado y carecer de bases algunas. De igual forma, la perorata puede ser aquel discurso, de larga duración, que se expone con vehemencia y pasión, con el fin de persuadir a quien lo escucha. En esta última acepción, se le relaciona también con la prédica, la plática cuya finalidad es la de enseñar sobre cuestiones morales y espirituales, además de introducir, al oyente, hacia la doctrina de una religión en particular, siendo esto más común entre los cristianos evangélicos.

El origen del término es bastante irónico. Etimológicamente, procede del vocablo latino “perorare”, traducido como “exponer un discurso”, cuya raíz es per- (a través de) y verbo principal es “orare” (hablar). Este, a su vez, comparte raíz y verbo con “peroratio”, palabra designada para hacer alusión a la parte más brillante de todo un discurso; el tramo final, en donde se cierra, con frases contundentes, todo aquello que ya se venía explicando. Era común que así se le denominasen a los brillantes discursos políticos, cuya estructuración y argumentos eran correctos, dejando al grupo convencido. Cuando, algún discurso, esto se prolongaba y no existían buenos argumentos, se hacía pesado, por lo que se le empezó a llamar “perorare”.
Las peroratas son siempre incómodas y molestas, por lo que es común que se eviten, aunque esto pueda ser interpretado como irrespetuoso o de poca educación. El uso de este término específico es común en algunas regiones de América latina.