Polifagia

La polifagia, también llamada hiperfagia, está relacionada con trastornos psicológicos y alteraciones de tipo hormonal o metabólico. Este aumento anormal en la necesidad de comer puede tener su origen en la ansiedad, el hipertiroidismo, la hipoglucemia, el consumo de drogas, el síndrome premenstrual y la diabetes, entre otras enfermedades. Sin embargo, hay muchos casos en los que el aumento del apetito puede tener su origen en hábitos inapropiados, como acostumbrarse a obtener placer a través de los alimentos.

Este apetito excesivo puede aparecer y desaparecer (intermitente) o durar por períodos prolongados. El internista Laredo Sánchez señaló que estudios recientes muestran que una dieta con alto consumo de grasas y azúcares está relacionada con cambios en los sistemas de regulación del cerebro, que aumentan el deseo de comer, lo que causa un efecto de adicción. Los cambios en las señales cerebrales, abundantes, alientan a las personas a no consumir alimentos para nutrirse, sino a obtener, de manera constante, sensaciones de placer y bienestar ya que, por ejemplo, altas cantidades de azúcares causan euforia.
Las modificaciones tienen lugar en dos núcleos del hipotálamo, una región reguladora que se encuentra en la parte inferior del cerebro. Una es medir la saciedad, no seguir comiendo cuando ya no se necesita y, la otra, el hambre o la necesidad de comer. La investigación ha demostrado que una dieta muy alta en grasas y azúcares disminuye la actividad del núcleo de saciedad y aumenta el hambre. El internista del Hospital de Especialidades del CMN Siglo XXI destacó que las posibles causas de la polifagia o hiperfagia deberían ser estudiadas solo por un médico, que tiene derecho a prescribir el tratamiento adecuado y nunca debe recurrir a dietas no indicadas por un profesional de la Salud.
La polifagia no distingue entre edad o sexo, cualquier persona puede desarrollarla ya que el ser humano, según Fernando Laredo Sánchez, «tiende a considerar a los alimentos como un tipo de gasolina que no influye en el organismo», pero la composición de lo que comemos lleva a cambios cerebrales que pueden terminar en comportamientos dañinos.
El especialista del IMSS destacó la importancia de realizar mejoras en la dieta diaria, como aumentar el consumo de verduras y frutas, reducir la cantidad de grasas animales y azúcares simples, así como beber agua simple y hacer ejercicio diariamente para mantener el equilibrio corporal.