Proteccionismo

El proteccionismo es un estrategia político-económica, o política económica, en la que el Estado implementa una serie de impuestos y aranceles a los productos procedentes del exterior, con el fin de elevar su costo. Esto, a largo plazo, hará que los habitantes opten por adquirir el mismo producto, pero aquel fabricado en tierras nacionales. Tan drásticas medidas son adoptadas en épocas de economía de guerra, puesto que se afirma que el sector se mantendrá estable por tener más ventas que importaciones; cabe destacar que esta creencia se basa en los primeros escritos mercantilistas del siglo XVII y XVIII, cuando se vendía la idea de un país próspero, en donde la balanza era positiva cuando la entrada de oro era mayor a la salida del mismo.

Algunas fuentes afirman que la economía, desde sus más remotos orígenes, batalló en contra del proteccionismo. En cambio, y con la fuerte influencia del libro La riqueza de las naciones, por Adam Smith, se movilizaba hacia un sistema estable, enmarcado en el libre comercio, aquél sin impuestos, ni aranceles. Sin embargo, algunos gobiernos se decidían por el proteccionismo; es atribuida a Abraham Lincoln la frase: “Yo no sé gran cosa de aranceles. Lo que sí sé es que cuando compro una chaqueta de Inglaterra, yo me quedo con la chaqueta e Inglaterra con el dinero, mientras que si la compro en Estados Unidos, yo me quedo con la chaqueta y Estados Unidos con el dinero”. Durante una considerable parte de la historia de la economía, el librecambismo estuvo un paso adelante, pero en el siglo XX, con las Guerras y la Gran depresión, volvió mucho más radical.
Actualmente, las más grandes potencias, como la Unión Europea y Estado Unidos, han protegido las producciones agrícolas de sus países, negando todo acceso de la proveniente de los países tercermundistas y, además, evitando que la economía de estos surja. La Organización Mundial del Comercio (OMC), ha abogado en contra de estas políticas económicas, mostrando su postura en favor de una competencia equilibrada.