Prudencia

La prudencia es una virtud que le permite a las personas a actuar de manera justa, apropiada y con moderación. De igual manera, la prudencia es vista como la cualidad de saber comunicarse con los demás de una forma clara, cautelosa y adecuada, respetando los sentimientos y las libertades de las demás personas.

La persona con prudencia cuenta con buen juicio, sabiduría, aplomo y sobre todo es alguien precavido, ya que si no actúa con prudencia, por ejemplo, al conducir un automóvil, se pone en peligro la vida de terceros y la vida propia.
En la antigüedad los egipcios simbolizaban a la prudencia con la imagen de una serpiente de tres cabezas (de lobo, de león y de perro). Se decía que una persona era prudente cuando contaba con la astucia de la serpiente, la fuerza del león, la agilidad de los lobos y la paciencia de los perros.
Para el catolicismo, la prudencia significa una de las cuatro virtudes cardinales, unido a la templanza, la justicia y la fortaleza. En este caso la prudencia consiste en comprender y saber diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal en cada coyuntura y actuar en consecuencia, siguiendo el camino del bien o alejándose del mal.
El valor de la prudencia es sumamente importante si se quiere llevar una vida completamente consciente, ya que la persona prudente, es aquella que es capaz de reflexionar sobre los resultados de sus actos antes de ejecutarlos. Pero cómo una persona puede llegar a cultivar la prudencia, bueno lo primero es hacer uso de la razón como luz sobre los sentimientos. Es importante saber tomarse su tiempo para meditar acerca de las decisiones importantes y no dejarse llevar por los impulsos.
La prudencia también puede ser adquirida con los años, por medio de las experiencias y la sabiduría que te brinda la madurez.
Es apropiado que se analice los hechos desde diferentes perspectivas, para así poder tener un punto de vista más general no parcial de la situación.
La premura y la prudencia no compaginan ya que vivir con sabiduría requiere tomarse el tiempo necesario para meditar a profundidad sobre la realidad.