La palabra ribosoma es utilizada para referirse a una estructura globular, caracterizada por su falta de tejidos. Su composición química está integrada por diversas proteínas agregadas al ARN ribosómico proveniente del nucléolo. Además pueden encontrarse incorporados al retículo endoplasmatico o encontrarse en el citoplasma.
En estas estructuras se realizan los pasos definitivos para la síntesis de la proteína. El tamaño de los ribosomas pueden ser de 30 nanómetros, por lo que para poder ser visualizados es necesario la utilización de un microscopio electrónico. Se pueden identificar dos clases de ribosomas, si se estudia su coeficiente de sedimentación: los ribosomas 70 S, son los más típicos de procariotas y de cloroplastos y mitocondrias. Y los ribosomas 80 S, los cuales son más típicos en las células escariotas. Los ribosomas a su vez, están formados por dos subunidades de medidas desiguales y diferentes coeficientes de sedimentación. Por ejemplo los ribosomas 70 S poseen una subunidad superior con un coeficiente de sedimentación de 50 S y una inferior de 30 S. Mientras que los ribosomas 80 S, tienen la subunidad superior con coeficiente 60 S y la otra con 40 S.
Estas subunidades surgen del núcleo celular de manera independiente y están relacionadas entre sí por medio de cargas. La utilidad de los ribosomas es la reducción de proteínas a través del uso de los datos genéticos que reciben del acido ribonucleico que aloja el código genético que proviene del núcleo de la célula, este acido es conocido como ARN mensajero (ARNm). De esta forma se determina la manera como deben fusionarse los aminoácidos de las proteínas, actuando como una especie de guía para la reducción.