Síndrome de Peter Pan

El síndrome de Peter Pan define a los adultos que siguen teniendo la mentalidad de un niño, que huyen de las responsabilidades de la edad adulta y fingen vivir siempre sin preocupaciones. En la década de 1980, el psicólogo Dan Kiley observó que algunos de sus pacientes se negaban a aceptar las responsabilidades implícitas en la vida adulta que agrupaban los comportamientos que presentaban bajo el nombre de «Síndrome de Peter Pan».

Desde entonces, el síndrome de Peter Pan se define como el conjunto de características que sufre una persona que no sabe o no quiere aceptar las obligaciones de la edad adulta, incapaz de desarrollar los roles (padre, pareja, etc.) que se esperan de acuerdo a su ciclo de vida o circunstancias personales.
Además de la incapacidad para asumir responsabilidades, este síndrome también incluye dificultades para comprometerse y cumplir las promesas, otorgarle demasiada importancia a la apariencia física y la falta de confianza en sí mismo, a pesar de que exhiben una apariencia que da una apariencia equitativa.
Estas personas no pueden crecer y hacerse cargo de las tareas de la vida adulta e incluso vestirse y realizar las mismas actividades que cuando eran adolescentes, teniendo en realidad más de treinta años.
Los «Peter Pans» de la sociedad actual ven el mundo de los adultos como algo muy problemático y glorifican la adolescencia, por lo que prefieren permanecer en ese estado privilegiado.
Algo que puede indicar que una persona sufre del síndrome de Peter Pan es que parece desmotivado con su carrera profesional, sus estudios o su trabajo.
Pueden tener un trabajo a tiempo parcial o no es del todo grave tener algo de dinero para gastar, pero generalmente no se esfuerzan por avanzar en su trabajo para que se convierta en algo más importante que requiere más responsabilidad.
Las personas que sufren este síndrome cambian constantemente de pareja y buscan a otros más jóvenes. Cuando la relación comienza a pedir un mayor nivel de compromiso y responsabilidad, se asustan y la cortan. Las relaciones con personas más jóvenes que mantienen, tienen la ventaja de permitirles vivir día a día sin preocupaciones e implican menos planes futuros, por lo tanto, menos responsabilidades.
Finalmente, en los casos más extremos y extravagantes, pueden aparecer trastornos del pensamiento como el delirio, aunque en estos casos, es probable que haya una alteración psiquiátrica que lo justifique.