Síndrome de West

También conocido como «espasmos infantiles», el síndrome de West es una forma rara de epilepsia que generalmente comienza cuando el niño tiene aproximadamente 5 meses de edad. La enfermedad se manifiesta por una serie de contracciones musculares involuntarias. Es un tipo de espasmos que generalmente aparecen en series y que se pueden repetir varias veces al día.

El síndrome de West generalmente aparece durante el primer año de vida del niño y, generalmente, cuando el niño tiene alrededor de 5 meses de edad. Sin embargo, los síntomas pueden aparecer desde el momento en que nace el niño y hasta que cumple cinco años.
El diagnóstico del síndrome de West se confirma mediante un electroencefalograma, una prueba que registra la actividad eléctrica del cerebro.
El síndrome de West se caracteriza por contracciones musculares del cuerpo, también llamadas espasmos, que ocurren con mayor frecuencia al despertar. Estos espasmos pueden ser:
– Espasmos en flexión: es la manifestación más común. El niño se contrae al cruzar los brazos y las piernas.
– Espasmos en extensión: esta manifestación es más rara y se caracteriza por el estiramiento de piernas, brazos y cuello.
Las causas de esta patología no son específicas, de hecho son muy variadas, por lo tanto, se debe realizar una investigación exhaustiva hasta encontrar el origen, sin embargo, la causa más común es una lesión cerebral, por lo que cualquier lesión en el nivel encefálico puede causar esta patología, sin embargo, hay otras patologías que pueden causar esta enfermedad, como trastornos metabólicos, isquemia fetal o en el momento del parto, y otras afecciones uterinas como la toxoplasmosis y la rubéola. Aunque estas son las patologías más frecuentes como el herpes y la esclerosis tuberosa que provocan diferentes modulaciones cerebrales pueden desencadenar la patología.
Para su diagnóstico, el primer paso en la detección de estos es la realización de la historia clínica, a través de la cual diferentes especialistas tratan de obtener información sobre la presentación de los síntomas, la edad de aparición, el historial médico individual y familiar, etc. Para caracterizar el patrón de actividad cerebral del individuo, a menudo se utiliza la electroencefalografía (Organización Nacional de Trastornos Raros, 2015).