Se le llama temperatura al conocimiento de las nociones comunes del calor, que puede ser medida con ayuda de instrumentos específicos, como los termómetros. La mayoría de los organismos vivos tiene la capacidad de termo regularse, es decir, de modificar la temperatura de su cuerpo cuando se encuentra en ciertas situaciones. En dependencia del ser con el que se esté tratando, los niveles considerados normales o regulares para la temperatura corporal pueden variar considerablemente; para los seres humanos se ubica entre los 37 y los 38 °C y, cuando se encuentra mucho más alta, es posible que la persona sufra de algún tipo de enfermedad infecciosa.
El proceso de termorregulación es común en una gran cantidad de seres vivos, puesto que es de gran importancia la temperatura cuando se trata de la supervivencia. Este se centra en equilibrar tanto la entrada como la pérdida de calor; si hay demasiado calor en contacto con el cuerpo, la temperatura aumentará, si existe poco calor, entonces disminuirá. En otras palabras, cuando la tasa de termogénesis, a la que se produce el calor, entra en desequilibrio con la termólisis, o la disipación del calor en el ambiente, los niveles en los medidores van a cambiar.
De acuerdo a cómo se regule la temperatura, los seres vivos pueden ser llamado homeotermos, es decir, que tratan de conservar su temperatura regular en todos los ambientes posibles, o poiquilotermos, quienes tienen la capacidad de cambiar su temperatura de acuerdo con la que hay en el ambiente. Los primeros, por su parte, se mantienen debido a la producción interna de calor, mientras que los últimos simplemente dependen de la cantidad de calor disponible en donde se encuentran.