Dolor

Quienes se han dedicado a estudiar el dolor en cada una de sus manifestaciones lo describen como una sensación nada agradable que, por lo general, representa la evidencia de que en el organismo está ocurriendo algo que debe ser atendido, pues su integridad pudiese encontrarse en riesgo.
Por su parte, el Diccionario de la Real Academia Española define el dolor como “una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior”, además de ser “un sentimiento de pena y congoja”, lo que quiere decir que el dolor se puede presentar, básicamente, de dos maneras, tanto en el plano físico como en el espiritual.
A su vez, la International Association for the Study of Pain (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor), expone que esta aflicción es una experiencia que puede manifestarse en el ámbito sensorial y emocional, que está vinculada a una lesión tisular verdadera o potencial, conceptualización que abarca las características objetivas del dolor, en referencia a los elementos fisiológicos, así como a los aspectos subjetivos, que incluyen las causas y consecuencias psicológicas y emocionales que esta sensación provoca en el individuo que la padece.

También puede afirmarse que el dolor es una experiencia de múltiples dimensiones y, al contrario de lo que muchos piensan, no es una simple sensación, por lo que se reconoce que, sumado al elemento de origen sensorial, producido por la estimulación de varios conductos nerviosos, hay un complejo componente individual, representado por un grupo de emociones que lo convierten en una aflicción con características personales y únicas.
En ese sentido, el dolor constituye una vivencia de carácter subjetivo, que no admite ser cuantificado de manera objetiva y, en consecuencia, es el paciente (y no el médico tratante), quien ejerce la autoridad sobre el dolor y es el único en capacidad de describir las características reales de lo que está sintiendo.